Cuevas con arte rupestre Paleolítico en Cantabria

Cantabria posee más de 70 cuevas con arte rupestre
paleolítico, erigiéndose como una de las regiones con mayor
concentración de conjuntos rupestres paleolíticos en Europa.
Su importancia radica en:
– la cantidad de conjuntos,
– la diversidad de técnicas, temática y estilística,
– la concentración de imágenes, antigüedad y continuidad en el tiempo,
– la calidad y excelente estado de conservación.

by Daniel GARRIDO PIMENTEL [i]




Cuevas con arte rupestre Paleolítico

en Cantabria, declaradas

patrimonio Mundial por la UNESCO

NB: Todas las imágenes, a excepción, de la 6 son de SRECD/Miguel de Arriba.
Foto 6: Fernández Vega, P. Á.;García Díez, M. & Hurel, A. (2010): Las Cavernas de la Región Cantábrica (Cantabria, España). Santander, Gobierno de Cantabria, IPH. pagina 22

La utilización es libre, a condición de citar la fuente

 

1. El Legado Subterráneo.

Cantabria posee más de 70 cuevas con arte rupestre paleolítico, erigiéndose como una de las regiones con mayor concentración de conjuntos rupestres paleolíticos en Europa. Su importancia radica en:

– La cantidad de conjuntos,

– La diversidad de técnicas, temática y estilística,

– La concentración de imágenes, antigüedad y continuidad en el tiempo,

– La calidad y excelente estado de conservación.

Los bisontes de Altamira son un símbolo iconográfico conocido a nivel inernacional como la Capilla Sixtina del Arte Cuaternario. No sólo por ser la primera que dio a conocer la capacidad simbólica y artística de nuestros antepasados directos, sino también por su radiante expresividad, naturalismo y tonalidad rojiza.

El reciente descubrimiento de conjuntos como cueva Aurea en 2015, es indicativo de lo que aún falta por descubrir.

2. La Universalidad del arte rupestre paleolítico de la cornisa cantábrica.

En 1985 Altamira es declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO. En cambio, ésta debe ser entendida como un fenómeno global, ejemplificada a través de otros conjuntos rupestres y yacimientos arqueológicos cercanos de gran interés. La propuesta presentada a la UNESCO en 2008 es una ampliación a la candidatura de Altamira, denominada El arte rupestre paleolítico de la cornisa cantábrica, que fue aprobada el 7 de julio de 2008 y supuso la inscripción de nueve cuevas cántabras: Chufín, El Castillo, Las Monedas, Las Chimeneas, La Pasiega, Hornos de la Peña, El Pendo, La Garma y Covalanas.

Cuevas como Altamira, La Garma o El Castillo son concebidas como monografías, no sólo por el alto porcentaje de imágenes, también por la amplia horquilla temporal de sus pinturas de, al menos, 40.000 de antigüedad hasta los 11.000 años. El resto de conjuntos son entendidos como capítulos de éstas monografías por su carácter puntual o escasa temporalidad. Su carácter complementario es vital para la comprensión de la evolución del comportamiento cultural humano. A su vez, los niveles de ocupación, situados en las entradas de cuevas como El Pendo, El Castillo, Altamira o La Garma, cuyos objetos más significativos están expuestos en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC) permite un acercamiento del ámbito cultural, simbólico y económico de sus autores.  

Actualmente, y sujeto a diferentes regímenes de visita por razones de conservación, nueve de las diez cuevas declaradas patrimonio Mundial (con la excepción de La Garma), están abiertas al publico.

 3. Cueva de Chufín (Riclones)

Denominada así por el Moro Chufín que, según cuenta la leyenda, enterró un tesoro en el interior de la cueva. Este tesoro fue realmente descubierto en 1972 cuando Manuel de Cos en compañía de sus hijos y el guarda del embalse de La Palombera, cercano a la cueva, reconoce en su paredes parte de los grabados y pinturas que contiene. La autenticidad, en cuanto a la antigüedad y análisis de su conjunto rupestre fue realizado por el director del Museo Arqueológico Nacional en ese momento,  Martín Almagro Basch.

Como consecuencia de la construcción del embalse en los años 40, la confluencia del río Nansa con el Lamason río subió 30m., dificultando el acceso a pie hasta la cueva e inundando sus salas inferiores. De hecho, hasta hace pocos años, el acceso de las visitas guiadas a la cueva, aún se hacía en barca como el día en el que fue descubierto su conjunto. La inundación de sus salas inferiores, a 50 m. de la entrada, impide conocer la totalidad de su conjunto cárstico. Es en los primeros 50m. de recorrido, donde se constata su conjunto interior.

1. Grabados exteriores de Chufin

El vestíbulo está decorado mediante grabado inciso y fue excavado en 1974 por Victoria Cabrera y Federico Bernaldo de Quirós. Ambos reconocieron un nivel Solutrense, datado en 17.400 años, vinculándose cronológicamente con su conjunto exterior. Aunque pudiese tener una mayor antigüedad, signado al Gravetiense. Su conjunto exterior contiene un bisonte grabado, un caballo, un posible pez y un elevado número de ciervas, algunas superpuestas entre sí. Destacan por su escasa alusión a la anatomía interior, el cuello alargado y el cuerpo desproporcionado. Están representadas en su mayoría mediante la ejecución de tres líneas, muy similares en forma y estilo a otros conjuntos exteriores como Hornos de la Peña (Cantabria), La LLuera, La Viña, Torneiros y Santo Adriano en Asturias (Foto 1). 

2. Series de puntuaciones (signos) situados en el interior en la Cueva de Chufin

En el interior, la pintura roja predomina sobre el grabado. Los signos rojos, constituidos en su mayoría por series numéricas de puntos, reconocidas en otras cuevas cercanas como Aurea, Los Marranos o Porquerizo, prevalecen sobre lo figurativo en rojo; un uro, dos caballos, un ciervo y una posible venus (Foto 2). Todos ellos asignados con anterioridad al Magdaleniense (18.000 años). Los grabados situados en un área elevada del interior, están asignados al Magdaleniense, son de surco fino y contorno simple, habiéndose representado un posible antropomorfo, tres cornamentas de ciervo, un uro, tres caballos y dos bisontes acéfalos (Foto 3). 

3. Bisonte acéfalo gradado sobre una cornisa en el interior

Actualmente, la cueva está abierta al público durante los meses de estio, en grupos de seis personas por sesión. La visita es guiada y tiene una duración aproximada de 2h.

4. Cueva de El Pendo (El Churi, Escobedo de Camargo).

Conocida por su rico yacimiento arqueológico, resume 140 años de arqueológica en Cantabria, desde el punto de vista metodológico.  En 1878, un año antes de descubrir las pinturas de Altamira, Marcelino Sanz de Sautuola descubre su importancia científica. En 1907, Hermilio Alcalde del Río reconoce un pequeño conjunto de grabados. A partir de 1910 y durante los años 20, Jesús Carballo excava sus niveles de ocupación, documentando un alto porcentaje de útiles, finamente decorados que permitió, en parte, la inauguración del Museo de Prehistoria de la Provincia de Santander en 1926. Desde el Museo, los intercambios con las colecciones de otros Museos, en donde se incluían habitualmente lotes con arte mueble de El Pendo, pronto la dieron fama universal. Las excavaciones desarrolladas entre 1953 y 1957, bajo la dirección de Julio Martínez Santa-Olalla y un grupo multidisciplinar de prehistoriadores europeos, aplicando métodos de excavación y análisis actualmente vigentes, reafirmó su importancia científica. Entre 1994 y 1997, la cueva vuelve a ser excavada, bajo la dirección de Ramón Montes y Juan Sanguino. El último año de campaña, se descubre un conjunto rupestre, constituido por 24 representaciones pintadas, en su mayoría en rojo y minoritariamente en siena. La técnica predominante es el tamponado, seguido de la tinta plana y el trazo simple.

La cueva, un sumidero del río Pendo al que debe su nombre, posee un recorrido de 12 km. La zona transitable es de amplias dimensiones, con 45m. de ancho y 22m. de alto. Transcurridos unos 80m., la sala comienza a estrecharse progresivamente hasta convertirse en un estrecho corredor donde se encuentran los grabados.

4. Cueva de El Pendo, Vista interior, con las excavaciones de los años 50 al margen izquierdo

La secuencia estratigráfica de El Pendo está constituida por 33 niveles que abarcan desde los 84.000 años hasta la Edad del Hierro. Los niveles más antiguos corresponden al Paleolítico medio y contienen evidencias del hombre de Neandertal. Tras la desaparición del Neandertal, es el Homo Sapiens quien habita la cueva durante todo el Paleolítico superior entre los 40.000 y los 12.000 años de antigüedad. Es en este momento cuando se suceden las evidencias más significativas de arte mueble con más de 250 ejemplos, clave para comprender la finalidad de la cueva: un lugar de agregación, cuyo conjunto rupestre fue testigo de dichos encuentros. Las últimas frecuentaciones en época prehistórica, corresponden al uso sepulcral de la cueva durante la Edad del Bronce (Foto 4).

Entre las diferentes áreas decoradas de la cueva, destaca un friso de 25m. de largo, donde se realizaron 19 de las 24 pinturas documentadas. En lo figurativo, la cierva es la especie predominante con doce ejemplos, seguida de una cabra, un caballo y dos indeterminados. El panel, visible desde el área de ocupación, llegó a estar iluminado por la luz natural en época prehistórica, antes del desplome de su visera y colapso de la boca (Foto 5).

5. Cueva de El Pendo, Detalle del friso de las pinturas

Desde el punto de vista temático, técnico y estilístico, las pinturas corresponden al mismo horizonte que algunas representaciones de La Pasiega, El Castillo, La Garma o Covalanas (esta última en su totalidad). Tradicionalmente, han sido asignadas al Solutrense, en torno a los 22.000 años. Incluso, se les ha otorgado una mayor antigüedad, de al menos 25.000 años, incluyéndose en el Gravetiense.

La cueva está abierta todo el año. La visita es guiada y tiene una duración aproximada de 45 minutos.

5. Monte Castillo (Puente Viesgo)

Este visible hito geográfico, de forma cónica, situado junto a la localidad de Puente Viesgo, alberga más de cuarenta cavidades, de las cuales, cinco fueron decoradas, y cuatro de ellas, están declaradas patrimonio Mundial por la UNESCO: El Castillo, Las Chimeneas, La Pasiega y Las Monedas.

5.1. Cueva de El Castillo (Monte Castillo, Puente Viesgo).

Su potencial arqueológico fue descubierto en 1903 por Hermilio Alcalde del Río, siendo uno de los primeros y más importante conjunto arqueológico, descubierto tras el reconocimiento de las pinturas de Altamira. Su arte rupestre fue estudiado y publicado junto a Covalanas y Hornos de la Peña, en 1906. Ambas descubiertas por Hermilio en 1903. El hallazgo de estas tres cavidades con arte rupestre, unido al reconocimiento de Altamira, suscitó un gran interés internacional que provocó la visita de Alberto I de Mónaco en 1909 a Cantabria. Le acompañan los arqueólogos Henri Breuil y Hugo Obermaier junto a Hermilio (Foto 6).

6. De izquierda a derecha, H,. Obermaier, H Breuil, H Alcalde del Rio en 1909

La visita concluye, meses mas tarde, con la decisión de crear el Instituto de Paleontología Humana en Paris, desarrollando sus primeros trabajos en Cantabria. Para ello, Henri Breuil describe y reproduce los conjuntos rupestres descubiertos hasta el momento en la región cantábrica, publicando una primera propuesta evolutiva del arte rupestre paleolítico, vigente hasta los años 60 del siglo pasado, siendo clave el análisis de El Castillo. Hugo Obermaier excava la boca entre 1910 y 1914, profundizando hasta 18m. y reconociendo 26 niveles arqueológicos. Las similitudes existentes entre los diferentes niveles culturales de El Castillo, sujetos a peculiaridades regionales, típicas del cantábrico, con otros yacimientos franceses, permitió el reconocimiento de una evolución tecnológica y cultural similar al del Suroeste francés (Foto 7). Con posterioridad a Obermaier, el vestíbulo se ha excavado en varias ocasiones, siendo clave las campañas desarrolladas desde los años 80 por Victoria Cabrera y Federico Bernaldo de Quirós.

La  boca de El Castillo fue habitada por primera vez, hace al menos 150.000 años, durante el Achelense (asignado al Paleolítico Inferior), siendo uno de los niveles ocupacionales más antiguos del Norte peninsular. Los diversos niveles Musteriense (Paleolítico medio) corresponden a poblaciones de Neandertales. Destacan los niveles superiores del Musteriense, asociados a la desaparición de los Neandertales durante la transición al Paleolítico Superior, y la llegada del Homo Sapiens, datados entre los 40.000 y los 38.000 años de antigüedad. La reciente datación de un disco rojo, en el denominado Panel de las Manos de, al menos, 41.000 años de antigüedad, asigna la primera fase decorativa de la cueva a a este momento de transición y posible contacto entre ambas especies.

8. Cueva de El Castillo, bastón de perforado, Magdaleniense superior

El Castillo aloja en su interior entre 2.800 pinturas, dibujos y grabados que fueron realizados por las poblaciones de Homo Sapiens que habitaron la boca de la cavidad durante el Paleolítico Superior. Los ricos niveles ocupacionales, asignados al Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense, Magdaleniense inferior y superior han proporcionado numerosos ejemplos de arte mueble, cuya temática y estilo es comparable con la evolución temporal de su conjunto interior (Foto 8).

La cueva posee un desarrollo lineal de 400m., habiéndose decorado en la práctica totalidad de sus paredes. La temática representada es diversa, predominado los signos de diversas formas frente a los animales. De éstos, los más abundantes son los bisontes, seguido de ciervas, rebecos, ciervos, uros, caballos, cabras, máscaras, un felino y un mamut dibujado. Las pinturas más antiguas datadas en, al menos, 41.000 años de antigüedad, se localizan por todo el recorrido hacia el interior de la cueva. Éstos son los discos rojos, efectuados mediante soplado, al igual que las manos en negativo (Foto 9).

9. Cueva de El Castillo, manos en negativo

Cuenta con 78 ejemplos y es la segunda cavidad con mayor concentración de manos en negativo de toda Europa (seguida de Gargas) y las más antiguas, datadas en, al menos 37.000 años de antigüedad (Auriñaciense). A partir de este momento las grafías se suceden en el tiempo: los bisontes dibujados en amarillo en el Panel de las Manos se atribuyen al Gravetiense; mientras que las ciervas de trazo estriado son contemporáneas a las escápulas decoradas, recuperadas en los niveles ocupacionales asignados al Magdaleniense inferior; los bisontes dibujados con carbón, contemporáneos a los bisontes del Techo de Altamira, están datados en 13.500 años y corresponden al Magdaleniense medio (Foto 10). Las pinturas rupestres más modernas de El Castillo son de la Edad del Bronce.

10. Cueva de El Castillo. bisonte (Magdaleniense medio), manos en negativo y ciervas

Los diversos niveles ocupacionales asignados al Paleolítico superior, en la boca de El Castillo, contemporáneos al rico conjunto rupestre del interior, atribuyen a esta cavidad como un lugar de agregación, al igual que La Garma, El Pendo o Altamira. Un lugar en donde grupos de población, se congregaron con el propósito de transmitir información, intercambiar objetos, celebrar rituales y establecer lazos de consanguineidad.

Actualmente, el Centro de Interpretación del Monte Castillo está situado en la boca de la cueva y posee un régimen ordinario de visitas guiadas, con una duración aproximada de 45 minutos, en grupos de 15 o 13 personas, según la temporada del año. Entre los meses de octubre a marzo, se ofertan diez visitas especiales, en grupos de cinco personas como máximo, y una duración aproximada de 2h30minutos, recorriendo espacios que discurren fuera del recorrido habitual de las visitas, mostrando grafías que no se explican generalmente.

5.2. Cueva de La Pasiega (Monte Castillo, Puente Viesgo).

Es conocida por el gentilicio del valle en la que se sitúa: el Pas. Su conjunto rupestre es descubierto por H. Obermaier, Paul Wernert y Hermilio Alcalde del Río en 1911. Cuando un operario contratado para excavar el vestíbulo de El Castillo notifica a Hugo Obermaier la existencia de otra cueva en la vertiente opuesta del Monte. La cueva es estudiada por Henri Breuil, documentando 174 grafías. Durante los años 50 y con motivo de la adecuación de la cueva para visitas, se identifican nuevas evidencias rupestres, y un nivel de ocupación poco significativo, asociado a un antigua entrada natural hoy obstruida. Entre 1984 y 1993 su conjunto fue estudiado de nuevo por César González Sainz y Rodrigo de Balbín, ampliando su registro iconográfico.

La cueva, con un desarrollo de 415m., muestra un recorrido laberíntico, de reducidas dimensiones en algunos tramos. Destaca por la concentración y diversidad de motivos, y la amplia horquilla temporal en la que fueron realizados.

Actualmente se divide en 4 sectores: la Galería A, B, C y el Sector D. Todos los sectores están conectados entre sí mediante un recorrido lineal, dificultándose el tránsito entre el sector D con la Galería C por la orografía natural de la cueva. Las entradas naturales obstruidas poco después de la decoración de sus paredes están situadas en la Galería C y B. La cronología de las figuras inducen a un uso individualizado entre la Galería C y los sectores A, B y D durante el Paleolítico.

11. Cueva de La Pasiega, caballo, galería A, Premagdaleniense

La entrada natural del sector B fue utilizada como espacio doméstico hace 22.000 y 15.500 años. En contexto con este espacio ocupacional se han dibujado bisontes, caballos, uros y un megaloceros, en rojo y de grandes proporciones (Foto 11). Hacia el interior destaca, entre otros, el alto porcentaje de signos claviformes y una “inscripción simbólica” situada a elevada altura.

12. Cueva de La Pasiega, cúpula de la Galería A decorada por caballos y ciervas

Al final de la Galería B hay una bifurcación. A la derecha se localiza la Galería A y a la izquierda el sector D que conecta con la C. La Galería A, de unos 20m. de desarrollo, tiende a estrecharse hacia el interior. Destaca por la concentración y homogeneidad técnica de sus pinturas, predominando el uso del contorno punteado y el trazo simple rojo (Foto 12). El sector D, en cambio, posee una escasa diversidad de representaciones y diversa cronología. Por último, la Galería C cuenta con un elevado número de representaciones de diversidad técnica, estilística y cronológica (Foto 13).

13. Cueva de La Pasiega, bisonte, Sector C

En general, predominan las pinturas en rojo, seguido en menor medida del negro, amarillo y violáceo. En ocasiones se combina el grabado con la pintura y existe alguna figura con bicromía, a veces mediante repinte diacrónico. Destaca el trazo punteado, seguido el trazo simple y tinta plana. Predominan los signos, con más de 800 ejemplos, respecto a lo figurativo, al menos 290. Los signos son diversos. Destacan las formas rectangulares, similares a los de El Castillo, claviformes y series de puntos, entre otros. En lo figurativo el caballo es el más representado, seguido de la cierva, cabra, ciervo, bisonte, uro, reno, dos antropomorfos, rebeco, megaloceros, ave y pez. 

La mayoría de los animales y signos rectangulares y ovales en rojo son anteriores al Magdaleniense (18.500 años). Mientras que los dibujos en negro y el grabado fueron realizados en diferentes momentos del Magdaleniense hasta hace unos 11.800 años.

Actualmente, la cueva se encuentra en fase de estudio y su tránsito interior está limitado a fines científicos.

14. Interior de Las Monedas

5.3. Cueva de Las Monedas (Monte Castillo, Puente Viesgo).

En 1952, el guarda forestal Isidoro Blanco, reconoce la entrada cuando estaba desbrozando la ladera Suroeste del Monte. Es el ingeniero de caminos Alfredo García Lorenzo, junto a Jesús Carballo, quienes reconocen la antigüedad paleolítica de su conjunto rupestre. La cueva tiene un recorrido lineal de 700m., discurriendo las visitas ordinarias en los primeros 300m. La cueva recibe su nombre por un lote de 20 monedas de la época de los Reyes católicos que la vinculan con leyendas de tesoros.

Los 200 primeros metros de recorrido, están constituidos por amplias salas, jalonadas por bellas formaciones de colores, destacando la presencia de diminutas excéntricas  y aragonitos. Cascadas, coladas, columnas, estalactitas y estalagmitas, reducen las dimensiones de sus salas interiores.

Desde el punto de vista arqueológico, hasta la fecha, no se tiene constancia de que ésta fuese habitada cuando sus paredes fueron decoradas, siendo el lugar de ocupación más cercano El Castillo a 650m. de distancia. La existencia en superficie de una lezna y hachas de basalto o bronce, así como fragmentos de cerámica tosca, señalan la frecuentación de la cueva en la Edad del Bronce (2.000-1.200 a.C.).

15. Las Monedas, reno y caballo

Los dibujos, realizados con carbón, se sitúan en una pequeña sala, cercana a la entrada actual de la cueva. La fauna de clima frío representada como los renos, poco frecuentes en el imaginario cantábrico, los caballos de Prewalski, cabras, un oso y un bisonte; el predominio del dibujo negro; la similitud de los caracteres estilísticos y formales; y la ubicación de la mayoría de las imágenes, en esta sala, reafirma su carácter sincrónico (Foto 15). Datado en 12.300-11.500 años, en correspondencia con la fase glacial fría Dryas, asigna a las pinturas al Magdaleniense superior, previo a la llegada del Holoceno y la progresiva desaparición de los grupos de cazadores-recolectores-pescadores.

Desde 2013 se efectúan diez visitas, más prolongadas de lo habitual, entre los meses de octubre a marzo, en grupos de cinco personas como máximo, y una duración aproximada de 2h30minutos. Posee un régimen de visitas ordinario, con una duración aproximada de 45 minutos, en grupos de 15 o 13 personas, según la temporada.

5.4. Cueva de Las Chimeneas (Monte Castillo, Puente Viesgo).

Su descubrimiento fue intencional. En 1953, Alfredo García Lorenzo acomete un estudio geológico en Monte Castillo, localizando una falla entre El Castillo y La Pasiega. Las prospecciones realizadas en el Monte, en busca de la boca, no fueron fructíferas, tomando la decisión de excavar la roca hasta penetrar en la cavidad. Ésta se divide en dos alturas, conectadas entre sí por chimeneas, de las que recibe su nombre. Al entrar, sus descubridores no localizaron, evidencias de tránsito y habitabilidad en la Galería Superior, accediendo a la Inferior por una estrecha chimenea, donde descubrieron su conjunto rupestre, formado por grabados digitales e incisos, y dibujos negros con carbón. El acceso natural de la Galería Inferior, se encuentra hoy taponado por el derrumbe de la visera y muy probablemente fue empleado por las poblaciones prehistóricas. Las catas realizadas en el vestíbulo y la Sala de las Pinturas, a mediados de los años 50 por Joaquín González Echegaray, no revelaron evidencias de ocupación. En el interior y en superficie se ha recogido algún artefacto de sílex, fruto del tránsito por la cueva en época Paleolítica.

16. Cueva de Las Chimeneas, ciervo, Magdaleniense inferior

La Galería Inferior tiene un desarrollo lineal  de 160m., constatándose las primeras grafías a partir de su tramo medio, diseminadas por la galería principal. La fauna representada es de clima cálido, a diferencia de Las Monedas, compuesto por ciervos, cabras, uros y un rebeco. Los signos están formados en su mayoría por signos rectangulares y trazos digitales. La mayor concentración de grafías se localiza en la sala final, dibujándose en una pequeña sala apartada, cinco ciervos negros, datados en 15.000 años (Foto 16). La presencia de signos rectangulares pintados y grabados, la distribución espacial y estilo formal de los dibujos en negro, sugieren la sincronía de todo el conjunto en un mismo momento o en un reducido espacio temporal entre el Solutrense avanzado y el Magdaleniense inicial (Foto 17).

Las Chimeneas, al igual que Las Monedas y La Pasiega fueron utilizadas como santuarios por las poblaciones que habitaron El Castillo.

Desde 2013 se efectúan diez visitas especiales en grupos de cinco personas como máximo, entre los meses de octubre a marzo, con una duración aproximada de 2h30minutos.

6. Hornos de la Peña (San Felices de Buelna).

Su conjunto rupestre fue descubierto por Hermilio Alcalde del Río en 1903 y publicado en 1906. Entre 1909 y 1910 Hugo Obermaier y J. Bouyssonie excavan el vestíbulo y una trinchera en el primer corredor que facilitase el tránsito hacia el interior de la misma. Las primeras ocupaciones corresponden al Musteriense, asociadas a grupo de Neandertales (Paleolítico medio). Los niveles Auriñacienses concernientes a las primeras poblaciones de Homo Sapiens son contemporáneas a la primera fase decorativa de la cueva, seguido de un nivel Solutrense, con puntas de laurel y otro Magdaleniense. Sobre la superficie se recogieron fragmentos cerámicos atribuidos al Neolítico. En 1910 Henri Breuil estudia el conjunto rupestre y entre 1970 a 1973 Peter Ucko reinterpreta alguna figura y localiza nuevas grafías.

La cueva tiene un desarrollo de 100m. En general, sus salas y corredores son de reducidas dimensiones, dificultando en algun tramo su paso hacia el interior. La técnica predominante es el grabado inciso y digital, y en menor medida el dibujo con carbón, entre los que destaca un caballo en negro. Sus paredes fueron decoradas en dos fases diferentes: una fase antigua, de al menos 22.000 años de antigüedad; y una segunda fase más reciente, asignada al Magdaleniense, donde se incluyen la mayor parte de las representaciones, en torno a los 15.500-13.000 años de antigüedad.

18. Hornos de la Peña, bisonte (Magdaleniense medio), manos en negativo y ciervas

El vestíbulo contiene grabados paleolíticos de gran antigüedad, entre los que destacan un caballo, varias ciervas, un bisonte (hoy desparecido), y una cierva del mismo estilo y horizonte que las ciervas grabadas en el vestíbulo de Chufín (Foto 18). En el interior, los grabados se distribuyen por sus diferentes salas y corredores, situándose en las salas finales la mayor concentración de grafías. Destaca el predominio del caballo y el bisonte, en ocasiones de gran realismo y detalle anatómico, seguido del uro, la cabra y los cérvidos.  En la parte más interior y reservada de la cueva, en un divertículo de reducidas dimensiones se grabó una de las pocas figuras humanas representadas en la cornisa cantábrica, combinando caracteres humanos y de animales, de gran similitud a los antropomorfos grabados de la cueva de Altamira (Foto 19).

19. Hornos de la Peña, antropomorfo, sala final

En la actualidad, la cueva está abierta mediante un régimen de visitas guiadas, con una duración aproximada de 45 minutos, en grupos de 4 personas como máximo.

7. Cueva de La Garma (Ribamontán al Monte).

El monte de La Garma contiene un conjunto kárstico de gran importancia por la amplia horquilla temporal de  su frecuentación humana y el excelente estado de conservación de la Galería Inferior. El conjunto arqueológico de Galería fue descubierta en 1995, durante el primer año de campaña de La Garma A, situada a una cota superior. La Garma A, actualmente en estudio contiene una rica secuencia estratigráfica que parte desde el Paleolítico inferior hasta el Paleolítico superior como en El Castillo.

En la actualidad, el único acceso a la Galería Inferior debe realizarse descendiendo desde La Garma A por dos simas verticales. Una vez descendida la primera sima de 7m. de altura, se accede a la Galería Intermedia para descender de nuevo por otra sima de 13m., alcanzando la Galería Inferior.

El colapso de bloques que obstruye la entrada natural de la Galería Inferior, ha permitido preservar estructuras de diverso tipo, en contexto con un suelo nutrido de materiales paleolíticos en superficie que atestiguan las actividades desarrolladas durante los primeros 70m. de desarrollo. Durante los 300m. de trayectoria que posee la Galería Inferior, constituida por salas de amplias dimensiones y techos altos en su mayoría, se documentan más de 500 representaciones rupestres, en contexto con el lugar de ocupación o las estructuras realizadas en el interior de la cueva. A 90m. y 125m. de la entrada, respectivamente, existen tres perímetros circulares, delimitados por bloques calizos y columnas estalagmitas con restos de actividad antrópica.

Su conjunto rupestre posee una gran diversidad temática y estilo formal, revelando la amplia horquilla temporal de las grafías. De las cuales 40 son manos en negativo; 90 son animales con un claro predominio del ciervo, seguido del caballo, bisonte, cabra, uro, dos máscaras, un megaloceros y una posible hiena. Se han documentado más de veinte signos abstractos como: claviformes; signos rectangulares; y  un amplio número de composiciones sencillas como discos, series de puntos, digitaciones o trazos pareados.  La mayor concentración de grafías se localiza en el sector de ocupación, en su mayoría de época Magdaleniense y en contexto con el nivel arqueológico en superficie. Una vez rebasada esta área, las grafías están más dispersas y se localizan las imágenes de mayor antigüedad como las manos en negativo de color rojo y amarillo o los discos rojos, también existentes en la Galería Intermedia. Todos ellos realizados mediante soplado y muy similares a los de El Castillo. Las cabras y el uro realizados mediante la técnica del tamporando, aplicado también en La Pasiega, Covalanas o El Pendo, indican su contemporaneidad con estos conjuntos. Las cabezas grabadas de ciervas, mediante trazo estriado, las asignan al Magdaleniense inferior, y muestran una gran similitud con otros ejemplos de El Castillo, La Pasiega o Altamira. Al Magdaleniense también corresponden el bisonte, el caballo y las dos cabras dibujadas en negro del vestíbulo, en contexto con piezas de arte finamente decoradas en superficie.   

El estilo de las representaciones rupestres más modernas, así como el registro arqueológico en superficie, sugiere el cierre natural de la entrada por la Galería Inferior, al menos durante el Magdaleniense medio, hace unos 13.000-13.500 años. Con posterioridad, la Galería fue transitada durante la alta Edad Media, hace 1.200 años, accediendo por la misma sima por la que se desciende hoy en día desde La Garma A. De este momento son los cinco cadáveres localizados en esta Galería, dos de ellos recolocados con posterioridad a su muerte.

Actualmente, la cueva se encuentra en fase de estudio y su tránsito interior está limitado a fines científicos.

8. Cueva de Covalanas (Ramales de la Victoria).

Su conjunto rupestre fue descubierto en 1903 por Hermilio Alcalde del Río y Lorenzo Sierra. Fue la segunda cavidad con pinturas rupestres, descubierta en la cornisa cantábrica, demostrándose que Altamira (1879) no era un caso aislado. Hoy se conocen más de 70 cuevas.

A principio de los años 50, su vestíbulo fue excavado para facilitar el tránsito hacia el interior, revelando restos de fauna e industria poco significativos que atestiguan una ocupación poco notable durante el Paleolítico.

Es en la cueva de El Mirón, a escasos metros por debajo de Covalanas, donde se han documentado niveles de ocupación, asociados al Solutrense y al Magdaleniense.  En esta, destaca el enterramiento secundario de una mujer, cubierta de ocre rojo y ofrendas florales, de unos 18.000 años de antigüedad.

La inexistencia de niveles de ocupación en Covalanas, indican su uso como santuario. Su tránsito interior por una estrecha y alta galería, tiene un recorrido lineal de 110m. La parte final es laberíntica y estrecha.

La práctica totalidad de las pinturas se localizan a unos 65m. de la boca cuando la galería principal comienza a estrecharse. Están repartidas en siete paneles, a ambos laterales de la galería, y en un pequeño divertículo anexo. La técnica predominante es el tamponado y el color rojo, con: dieciocho ciervas, dos caballos (uno de ellos dudoso), un ciervo, un uro y una figura indeterminada (Foto 20). Además de algún signo geométrico, líneas y series de puntos.

20. Cueva de Covalanas, cierva tamponada

Su conjunto destaca por la expresividad y calidad de sus imágenes, a pesar de contener escasos rasgos anatómicos internos. La homogeneidad técnica y estilística de sus figuras, su concentración y distribución por un sector bien delimitado, así como el reducido número, sugieren la sincronía de todo el conjunto. Al igual que en El Pendo, tradicionalmente ha sido atribuido al Solutrense, en torno a los 22.000 años. Incluso, se le ha otorgado una cronología más antigua, propia del Gravetiense.

Actualmente la cueva está abierta al público, bajo un régimen de visitas guiadas, con una duración aproximada de 45 minutos, en grupos de 8 o 7 personas según la temporada.

9. Cueva de La Cullalvera (Ramales de Victoria).

El conjunto rupestre de La Cullalvera no está incluida dentro de la Lista de Declaración por la UNESCO como patrimonio Mundial. La cueva está abierta al público bajo un régimen de visitas ordinario. La visita es guiada y tiene una duración aproximada de 45 minutos, transcurriendo por una cómoda pasarela, habilitada para personas con movilidad reducida durante sus primeros 400 m. de recorrido.

En 1903 Lorenzo Sierra descubre restos de ocupación humana de época prehistórica en su vestíbulo. Pese a la vinculación de la cueva con Ramales de la Victoria por situarse a 1 km. de su casco urbano y las incursiones espeleológicas que tradicionalmente se han desarrollado en ella con fines bioespeleológico, geomorfológico e hidrogeológico, su conjunto rupestre es descubierto en 1954 por Alfredo García Lorenzo, Jesús Carballo y Joaquín González Echegaray.

La cueva destaca por sus grandes dimensiones. Durante la Guerra Civil el parque móvil del bando republicano se protegió en el interior de la cueva de los ataques aéreos. Las dimensiones de la boca son de 14m. de ancho y 28 m. de alto, manteniendo sus dimensiones en los primeros 1.500m. Actualmente se conocen hasta 12.100m de desarrollo. Por esta razón, en 1965 fue incluida en la Lista Mundial de grandes cuevas, siendo la 4ª en España.

El conjunto kárstico sigue activo aflorando un río, intermitentemente, durante los meses de otoño, invierno y primavera. La salida constante de agua ha arrastrado gran parte de su suelo arqueológico, conservándose algún testigo de la ocupación de su boca, al menos durante el Magdaleniense y fases posteriores como el Neolítico y la Edad de los Metales.

21. Cueva de La Cullalvera, signos

22. Cueva de La Cullalvera, caballo, Magdaleniense superior/final

A pesar de las dimensiones de la cueva, su conjunto rupestre se identifica en salas apartadas y de dimensiones más modestas que su galería principal. Cerca de la entrada se dibujó un caballo de color amarillo. Algo más al fondo, se reconocen manchas de color rojo muy desvaídos de época Paleolítica. A unos 782m. de la entrada, y situados en una sala lateral fuera del recorrido turístico, se realizaron signos claviformes, pintados en rojo y negro, dispuestos radialmente en este espacio, y combinados con series de puntos rojos (Foto 21).  A 1.179m. de la entrada y de nuevo en una pequeña sala lateral, se dibujaron con carbón tres caballos, datados en unos 11.000 años (Foto 22). A 1.224m. de profundidad el conjunto finaliza con series de puntos rojos en un estrecho divertículo. La situación de las pinturas más alejadas de la entrada, emplaza a La Cullalvera como el conjunto rupestre a mayor profundidad de la Península Ibérica.

 

Daniel Garrido Pimentel
[i] Coordinador de Cuevas Prehistóricas de Cantabria



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